Navigating the professional world with Quirón in Cancer has been a journey fraught with challenges, growth, and deep introspection. As someone who spent much of her early life yearning for validation and safety, stepping into the workforce felt like venturing into uncharted territory. The structured, impersonal nature of the professional world often clashed with my intrinsic need for connection and emotional depth, creating a tension that forced me to confront long-held insecurities.
In the early stages of my career, I struggled to find my footing. My first job was at a small publishing casa, an environment that seemed to thrive on tight deadlines and creative output. On paper, it was the perfect fit—I loved literature, and the idea of working with books felt like a dream. However, the reality was far more complex. I found myself grappling with imposter syndrome, questioning whether I truly belonged in a space filled with talented, outspoken colleagues. Every critique, no matter how constructive, felt like a personal attack, a whisper from my childhood wounds telling me I wasn’t good enough.
Hay un incidente que me viene a la mente con mucha claridad. Había pasado semanas trabajando en una propuesta de marketing para el lanzamiento de un nuevo libro, poniendo todo mi corazón en cada detalle. Cuando se la presenté al equipo, la respuesta de mi gerente fue contundente: “Es buena, pero no excelente. Tienes que esforzarte más”. Sus palabras resonaron en mi mente durante días, alimentando la idea de que yo no era la adecuada. En retrospectiva, su crítica fue justa y tenía la intención de ayudarme a crecer, pero en ese momento, me pareció una confirmación de mis miedos más profundos.
El lugar de trabajo también puso de relieve mi tendencia a esforzarme demasiado. En un esfuerzo por demostrar mi valía, a menudo me ofrecía como voluntaria para proyectos adicionales y me quedaba hasta tarde para perfeccionar presentaciones o ayudar a mis colegas. Si bien esto me ganó la reputación de empleada dedicada, también me dejó emocionalmente agotada. Mi incapacidad para establecer límites se debía a un miedo al rechazo, a que me vieran como menos capaz o menos valiosa. No fue hasta que estuve al borde del agotamiento que me di cuenta de la naturaleza insostenible de este patrón.
Un punto de inflexión se produjo durante un período especialmente estresante en el que estaba gestionando varias campañas. Una noche, después de otra noche de trabajo en la oficina, una colega me tomó a un lado y me dijo: “Estás haciendo demasiado. Tienes que cuidarte”. Sus palabras me tocaron la fibra sensible y me obligaron a reflexionar sobre por qué me sentía obligada a esforzarme hasta el punto del agotamiento. A través de la terapia y la autoexploración, comencé a comprender que mis tendencias adictas al trabajo tenían su raíz en mis heridas de Quirón: la creencia de que tenía que ganarme mi lugar a través de un esfuerzo y un sacrificio incansables.
A medida que fui avanzando en mi carrera, comencé a ver mi sensibilidad como una ventaja en lugar de una debilidad. Mi capacidad para empatizar con mis colegas, comprender las necesidades de los clientes y crear campañas con resonancia emocional se convirtió en una fortaleza definitoria. Aprendí a confiar en mi intuición y a mi capacidad para conectar con los demás a un nivel más profundo. Este cambio de perspectiva no solo mejoró mi desempeño profesional, sino que también me permitió desarrollar habilidades más sólidas. relaciones En el lugar de trabajo.
One of the most profound lessons Chiron in Cáncer taught me was the importance of creating emotional safety in professional settings. As I moved into leadership roles, I became intentional about fostering a culture of support and empathy. I encouraged open communication, ensuring that team members felt heard and valued. During one particularly challenging project, a junior colleague confided in me about her struggles with anxiety. Instead of dismissing her concerns, I shared my own experiences with self-doubt and stress, creating a space where vulnerability was met with understanding rather than judgment. Moments like these reinforced my belief that emotional connection could coexist with professional excellence.
Otro desafío fue aprender a manejar los conflictos, una habilidad que no me resultaba natural. Mi instinto me decía que evitaba la confrontación, por temor a que los desacuerdos llevaran al rechazo o a la ruptura de relaciones. Sin embargo, llegué a comprender que abordar los problemas de frente era esencial para el crecimiento, tanto personal como profesional. Comencé a abordar los conflictos con curiosidad en lugar de a la defensiva, tratando de comprender las diferentes perspectivas mientras defendía mis propias necesidades. Este cambio no solo mejoró mi capacidad para resolver las tensiones en el lugar de trabajo, sino que también fortaleció mi confianza en mi voz.
The intersection of Chiron in Cancer and my professional life also brought unexpected opportunities for curación. One such moment occurred during a mentorship program where I was paired with a young intern who reminded me of my younger self—eager to prove her worth but burdened by self-doubt. Guiding her through her own challenges became a deeply rewarding experience, allowing me to see how far I had come in my own journey. Her growth mirrored my own, and in helping her find her footing, I found a sense of closure for the parts of me that had once struggled to belong.
A medida que sigo avanzando en mi carrera, he aprendido a aceptar el equilibrio entre la sensibilidad y la fuerza, la ambición y el cuidado personal, la conexión y la independencia. Quirón en Cáncer sigue siendo una fuerza guía, recordándome que la vulnerabilidad no es una desventaja sino una fuente de poder. Las lecciones que he aprendido en el mundo profesional se extienden mucho más allá del lugar de trabajo, y dan forma a mi forma de abordar los desafíos, las relaciones y el autodescubrimiento. Mirando hacia atrás, veo mi carrera no solo como una serie de logros, sino como un lienzo para el crecimiento y la curación. Cada desafío, ya sea superar las dudas sobre mí mismo, establecer límites o fomentar la conexión, se convirtió en una oportunidad para reescribir las narrativas de mi pasado. Al aceptar la dualidad de mis heridas de Quirón (el dolor y el potencial), he encontrado un camino que honra tanto mi sensibilidad como mi fuerza, lo que me permite prosperar de maneras que alguna vez pensé que eran imposibles.
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